miércoles, 11 de diciembre de 2013

Aprendiendo a Improvisar...

Por Diego Pieruz


El otro día  Beatriz Portela (compañera del Tiger Team) me sorprendía con el siguiente tema: “Me he apuntado a unos cursos de teatro de improvisación”. Inmediatamente me pregunté: “¿Se puede aprender a improvisar?, ¿podríamos aplicarlo a la Continuidad de negocio?”.

Es curioso que la mayoría de profesionales del sector coinciden en que por muy atados que se encuentren los planes de continuidad, por muy concienciada que esté la organización y por muchas pruebas y formación que se haga, la realidad muchas veces supera los escenarios planteados. Entonces, ¿no deberíamos practicar la improvisación?

Muchas pruebas y prácticas en materia de continuidad se ciñen al seguimiento sistemático de los planes establecidos en la organización, y eso está bien. Pero siendo realistas, el fuego no siempre afecta del mismo modo, el tornado provoca incendios o la persona que tenía una responsabilidad pierde el móvil el día anterior. Entonces, ¿no es incompatible la rigidez de los planes con la adecuada gestión de una crisis? Evidentemente no, pero lo que sí que es seguro es que debemos estar preparados para que el escenario en cualquier momento dé un giro inesperado y el equipo sepa reaccionar, esté entrenado para ello.

Profundicemos un poco en las técnicas de improvisación, qué hacen. Además de desarrollar las artes escénicas se practican 2 conceptos fundamentales:

  • La escucha: Es difícil amoldarse a una situación si no la atiendes. En el caso de continuidad, debemos estar atentos a las posibles modificaciones que sufre el plan, ser conscientes en todo momento de ellas.
  • La aceptación + proposición: Entendida la situación, aceptarla y hacer propuestas en base a ella, es decir, una respuesta que gestione lo ocurrido. En la improvisación no existe la negación, si ha sucedido algo, ha sucedido, no es momento de plantearse el porqué o de buscar causas; es momento de responder con una acción que reconduzca la situación.

En un mundo globalizado donde coexisten culturas propensas a la improvisación y culturas más rígidas, es importante aprender a reaccionar de manera conjunta ante los imprevistos que puedan suceder. Para ello deberíamos reflexionar sobre si conviene incorporar, dentro de los planes de formación de los equipos de continuidad, prácticas de improvisación que ayuden a superar estas circunstancias. Tal vez incorporando sesiones de simulación en los que los planes se crucen entre sí o haciendo que aparezcan situaciones rocambolescas pueda ayudar a que en situaciones reales de crisis nuestros equipos estén más preparados a reaccionar adecuadamente y a comprender a cada rol, siempre dentro de su responsabilidad y conocimiento, cuál es su ámbito de improvisación.

Una cosa está clara, si no es posible prever todo, que obviamente no lo es, y queremos garantizar la continuidad de nuestro negocio, no queda otra: tenemos que practicar la improvisación.